April 19, 2009

Empeorando lo malo

Comienza hoy una colaboración que a buen seguro aportará grandes cosas a "Keynes is dead". El Sr. Smith sabe de lo que habla. No es el Sr. Smith de esos que simplemente hablan, sino de los que viven acorde a sus ideas. El Sr. Smith sabe lo que significa arriesgar su dinero y su tiempo buscando una libertad que cada vez nos ponen más difícil. Malos tiempos para los Sres. Smith del mundo. Su primera colaboración tiene un título muy significativo: Empeorando lo malo. Disfrutadlo.

Para confiar en que los gobernantes y políticos del mundo nos saquen de la crisis en la que ellos mismos nos han metido, hay que ser tan optimista como para querer solucionar el problema de la sequía con una danza de la lluvia. Cada mañana, busco en las noticias un atisbo de esperanza, una luz de optimismo, pero rápidamente vuelvo a mi estado de desconfianza absoluta. Ni gobernantes ni oposición, en ningún estado del mundo, parecen dispuestos a librarnos de este atolladero.

Lo que no parecen entender nuestros mandamases es que las crisis se producen por una mala inversión generalizada en la sociedad. Cuando una empresa elige una mala inversión y sus rendimientos son inferiores a lo invertido, esa empresa está abocada a la quiebra. Cuando son muchas las empresas (e incluso las familias) las que yerran al elegir sus inversiones, es el global de la economía la que se resiente. Y esto, ni más ni menos, es lo que ha sucedido durante el final de los noventa y el principio de siglo. Alimentados por una expansión crediticia absolutamente artificial, las empresas y familias se han lanzado a una serie de inversiones en un sector profundamente sobredimensionado; el sector inmobiliario ha crecido mucho más de lo que la sociedad necesitaba. En pocas palabras hemos destinado demasiados recursos a construir edificios. La consecuencia, es que ahora sobra ese ladrillo de más, por lo que su precio disminuye y quienes invirtieron en exceso sufren perdidas. Adicionalmente, los recursos que la sociedad en su conjunto ha destinado a ese sector (obreros de la construcción, por ejemplo) deben ser reconducidos a otros sectores donde sean más necesarios.

Pues nada, los gobernantes piensan que no, que los recursos están bien donde están, que el precio que tienen las casas está bien e incluso tiene que seguir subiendo y que hay que seguir construyendo edificios porque aún tenemos pocos. No importa que ya nadie más necesite viviendas, que queden miles de promociones sin vender o que muy pocos ciudadanos consideren accesibles los precios del mercado actual. Nada de eso importa. Lo importante es que los gobernantes han decidido unilateralmente que hay que salvar al sector. Y la oposición, para colmo de males, piensa lo mismo, aunque luego aparezcan en todas las televisiones criticando al gobierno. En Galicia, por poner un ejemplo, el flamante nuevo presidente de la Xunta, cree que hay que salvar a los que se equivocaron, y para ello, piensa comprar esos edificios, a los precios que a los ciudadanos nos parecen desorbitados. Y para ello planea utilizar para ello el dinero público (sí, sí, el de todos, el de usted y el mío, que, probablemente no hemos realizado ninguna inversión alocada). O sea, que yo considero que no debo comprar una casa a un determinado precio y el banco considera que esa inversión no es adecuada y por ello no me presta el dinero y sin embargo, Feijóo, piensa que con el dinero de mis impuestos sí que es adecuado realizar esa inversión. Claro, los gobernantes, con este tipo de medidas, deben pensar que no existe riesgo ya que el Estado no puede quebrar… ¿o sí que puede?

Los votantes observan este tipo de medidas con indiferencia. No parece dolerles que el dinero de sus impuestos se malgaste en este tipo de barbaridades. O bien no se dan cuenta de que el hecho de que la Xunta compre viviendas a los promotores evita que estos tengan que bajar sus precios hasta un nivel que nos sea accesible a todos los ciudadanos, o bien no comprenden que, tarde o temprano, este dispendio saldrá de sus bolsillos. Sin ir más lejos, el enorme gasto público en el que está incurriendo el Gobierno de Estados Unidos por culpa del famoso “Plan Obama” ya está llegando a la calle. Los ciudadanos americanos empiezan a rebelarse por la brutal subida de impuestos que están sufriendo. Tal como informa el The Wall Street Journal, los estados están compitiendo por ver quien es capaz de cobrar más impuestos a sus contribuyentes. Y es que el dinero no se puede crear de la nada. Bueno, corrijo, el dinero sí que se puede crear de la nada; al menos el dinero fiduciario que es el que sufrimos hoy en día. Lo que no se puede crear de la nada es la riqueza.

4 comments:

Ho Pin | April 20, 2009 at 9:28 PM  

Pues lo que comentas se ha transformado en epidemia, viviendas compradas a precios ficticios por las administraciones públicas con dinero de todos. Es frustrante la falta de fundamentos económicos.

Haremos un artículo sobre lo que se ve y lo que no se ve. El ejemplo que has puesto es demoledor.

Sr. Smith | April 21, 2009 at 7:42 PM  

Sí, sí. Lo malo es que a los políticos les interesa sólo lo que se ve, que es lo que consigue votos.

Lo que se aprende leyendo a Hazlitt

Andrés Peloteras | April 21, 2009 at 9:15 PM  

Hola. Llevo un tiempo siguiendo el blog. Es un poco extremista desde mi punto de vista, pero llevais razón en muchas cosas. Una es esta que comentais ahora. Vivo en la costa valenciana. No os podeis imaginar la debacle que tenemos en el sector inmobiliario. Se oculta la realidad. Yo pediria ayudas, pero entiendo que si la piden las inmobiliarias tambien tendrian derecho cualquier sector económico lo que me lleva a pensar que mejor no dar ninguna.

Un saludo a todos

Sr. Smith | April 23, 2009 at 7:02 AM  

Hola Andrés. Bienvenido al blog.

Mira, antes hemos mencionado a Hazlitt. Precisamente me viene estupendo para comentar esto que dices. En su libro "Economía en una lección", Hazlitt insiste sobre una máxima; "cuando se toma una medida económica, hay que tener en cuenta las consecuencias que se ven y las que no se ven".

Comprendo que como afectado por la crisis inmobiliaria tu impulso sea pedir ayuda, pero si el gobierno concediera esas ayudas a todas las empresas inmobiliarias os beneficiaríais los que trabajais en ese sector, pero el perjuicio para el total de la sociedad sería aún mayor que el bien causado.

Los precios de las viviendas deben bajar hasta que la excesiva oferta actual se equilibre con la demanda. Cualquier medida que impida que esto ocurra es una medida erronea.


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