October 03, 2009

Sindicatos

Hablaremos largo y tendido de los sindicatos. Nos gustaría saber qué porcentaje del drámatico número de desempleados en España se le podría atribuir a la estupidez consentida de los sindicatos. Son organizaciones cuyo fin parece ser autoperpetuarse, porque si no es difícil entender el daño que están haciendo. Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo compiten no sé si en ignorancia o en maldad. Cada declaración suya, cada convenio colectivo forzado, cada apoyo al gobierno, son parados que van sumando, especialmente entre aquellos que dicen proteger: parados de larga duración, jóvenes, trabajadores de baja cualificación.

Pero son incapaces de ver la realidad -o tal vez, simplemente unos hipócritas incorregibles.

Leemos en El País palabras de José Ricardo Martínez, secretario general de UGT, en referencia al Comité Olímpico Internacional y su decisión de conceder los Juegos Olímpicos de 2016 a Río de Janeiro en lugar de a la candidatura de Madrid:

"Es la única organización del mundo que decide asuntos muy importantes sin que nadie les haya elegido"

¿Perdón? ¿Y a Uds. quiénes os han elegido? Que conste que personalmente considero el derecho a voto como un simple placebo que contenta a los que no se molestan en pensar para qué sirve realmente su voto, pero ¿UGT dando lecciones de democracia cuando sólo representan a un porcentaje muy escaso de los trabajadores y se permiten tomar decisiones por todos ellos?

No defiendo al COI. Es más, me parece un absurdo todo el montaje de unos Juegos Olímpicos a costa del dinero de los ciudadanos. Pero que venga un sindicato a hablar de democracia no deja de ser una broma de muy mal gusto.

Mientras en ADN Toxo y Méndez reclaman "pedagogía" para explicar la subida de impuestos. Señores, hablen con propiedad, se llama propaganda, no pedagogía, y no la van a pagar Uds. sino todos los contribuyentes. Que te muestren las bondades del robo institucionalizado con propaganda pagada con tu propio dinero me recuerda a esos casos en los que te roban el espejo del coche y te lo acabas encontrando en algún mercadillo a muy buen precio. Lo peor es lo acabamos comprando al propio ladrón e incluso nos quedamos contentos por habernos ahorrado unos euros.

Lobotomía colectiva por fascículos. Y los sindicatos están entre los cirujanos más atrevidos.